Man Ray creció en Brooklyn, Nueva York, en una familia de inmigrantes judíos rusos. Tras estudiar arquitectura en la Escuela de Cultura Ética de Brooklyn, se interesó por la pintura y la fotografía. En la década de 1910 se trasladó a Manhattan, donde rápidamente se relacionó con los círculos artísticos de vanguardia.
En Nueva York, Man Ray se vio influido por el movimiento Dadá, caracterizado por su cuestionamiento de las convenciones artísticas y de la sociedad en general. En 1921 se trasladó a París, que por aquel entonces era un hervidero de actividad artística e intelectual. Allí desarrolló su estilo distintivo e innovador en fotografía, centrándose en técnicas como el fotograma (al que llamó "rayograma") y la solarización. También experimentó con la sobreimpresión, los efectos luminosos y el juego de luces y sombras.
Man Ray también fue un diseñador talentoso y versátil. Creó mobiliario, iluminación, vestuario, decorados teatrales y accesorios de moda. Su obra se caracterizaba por su elegancia, sencillez y espíritu innovador. A menudo utilizaba materiales modernos y formas geométricas en sus creaciones.
Durante su estancia en París, Man Ray se codeó con muchos de los artistas y escritores famosos de la época, como Pablo Picasso, Salvador Dalí, Marcel Duchamp y Gertrude Stein. Participó activamente en los movimientos surrealista y dadaísta, colaboró con otros artistas y contribuyó a importantes publicaciones de arte.
En 1940, Man Ray huyó de la Europa ocupada por los nazis y regresó a Estados Unidos. Se instaló en Los Ángeles, donde continuó creando y exponiendo su obra. Finalmente, en 1951, regresó a París, donde pasó el resto de su vida.
Man Ray ha dejado un importante legado en el mundo del arte y el diseño. Su enfoque experimental de la fotografía abrió nuevas posibilidades creativas e influyó en muchos artistas posteriores. Su obra se expone en museos y galerías de todo el mundo, y su nombre sigue asociado a la vanguardia artística de principios del siglo XX.